Amor al trabajo organizado, respeto, orden, paz, responsabilidad, creatividad; son cualidades que persiguen los mejores sistemas educativos de vanguardia tratándose de la formación preescolar, básica y secundaria. Entre ellos, Montessori sobresale con más de cien años de exitosa experiencia, perfilando al ciudadano del mundo, vocero de la paz y constructor incansable de grandes realidades que benefician a la colectividad mundial en áreas de las ciencias, tecnología, artes, educación, y otras ramas en las que comparte sus saberes en la gran mayoría de los casos.

Incluso en casos limitados por discapacidades, Montessori desarrolla las cualidades de cada alumno a través de hábitos y rutinas amigables que pueden abrir a los egresados oportunidades para su realización personal y logro de autosuficiencia en la medida de lo posible.

Como padres analíticos debemos escudriñar las ventajas de las escuelas a las que privilegiamos compartiendo la educación de nuestros hijos, ya que con las herramientas que les brindan en el ámbito académico y sociocultural complementarán la buena formación moral que estamos dando en casa.

Siendo Montessori el camino desarrollador de las cualidades de trabajo y convivencia mencionadas al principio, podemos deducir que no se deben generalizar los casos aislados en los que, por razones no metodológicas, sino de hábitos o capacidades de algunos alumnos, estos pueden presentar dificultad para adaptarse a otros sistemas educativos en los que continuarán su formación educativa ya que son casos eventuales y así deben considerarse.

Cuando un egresado montessoriano debe incorporarse a otro sistema en el que prevalece la falta de propósito definido e inteligente en las actividades propuestas, sí puede convertirse en alguien que cuestiona y propone otras vías de solución, puede ser agente de cambio ante la sinrazón. Esa es una de las cualidades del liderazgo en nuestros días y motivo de satisfacción que impulsa los cambios favorables en nuestra evolutiva sociedad. En caso de ingresar a colectividades razonables, nuestro egresado, es capaz de sumarse de manera responsable y eficiente a los buenos propósitos en beneficio común.

A los padres nos corresponde definir qué perfil de egreso deseamos para nuestros hijos y solidarizarnos con las instituciones educativas que seleccionamos para formar equipo colegiando, cumpliendo cabalmente con nuestras funciones de ser ejemplos congruentes de lo que les predicamos. De ese modo, evitaremos ver tambalear su futuro educativo por iniciativa de personas desconocedoras de nuestros propósitos, que tal vez con buena intención de fondo pretendan desviarnos de nuestra ruta de logros. A los niños corresponde realizar su trabajo en tiempo y forma, con entusiasmo y confianza.

También nos concierne acompañar a nuestros niños y adolescentes durante su tránsito escolar revalorando sus avances constantemente y retroalimentarnos con sus guías sobre las necesidades que van presentando; diseñar soluciones para su crecimiento adecuado como individuos responsables; y también como familia fortalecer la institución educativa en la que se encuentran, comunicándole a los directivos nuestras inquietudes, hablando con honestidad y generando confianza en nuestro entorno siempre que sea posible y por el bien común.

El enfoque de este escrito ha sido desde mi posición como guía y madre en diferentes escuelas de la comunidad Montessori, con la intención de orientar a quienes enfrentan la disyuntiva de si será mejor seguir en este camino. Definitivamente creo que sí lo es, porque nuestros niños se autoconstruyen en ambientes de armonía durante varias horas del día, y eso es como ofrecerles un oasis de paz, tan necesaria para su desarrollo en este momento histórico de la humanidad, donde los rodean otros factores constantemente adversos.