Cambio de Escuela.
Estimados Padres de Familia.
Ha llegado el tiempo del año escolar cuando algunos de ustedes están enfrentando el problema de decidir dónde van a ir sus niños para el próximo nivel.
Yo estuve en sus zapatos hace muchos años con mis tres hijas y entiendo sus preocupaciones porque yo pase por ellos.
Mi hija, Beverley Argus, fue de las primeras alumnas de la entonces nueva escuela, The Peterson School, en Montes Himalaya, Lomas de Chapultepec. Mis otras dos hijas, Elizabeth y Karin, entraron el año siguiente (1964).
El Colegio Peterson creció muy rápido con planteles en cinco áreas de la ciudad. Yo tomé su curso para guía Montessori con las maestras holandesas, Marike Van Linden y Else Overdyke.
Trabajé con ellos más de 13 años. Estuve pendiente de los problemas que tuvieron con su crecimiento tan explosivo y su problema de conseguir o entrenar maestras Montessori de calidad.
Mis hijas crecieron con el colegio, tuvieron maestras excepcionales y otras problemáticas. Siempre, en buenos tiempos y malos, su colegio era SU colegio e ir diario fue una aventura de gusto. Cuando jugaban con los niños alrededor de nuestra casa en Bosque de Echegaray, y los de otros colegios, no entendían porqué los niños vecinos siempre decían que odiaban sus colegios. Vi a la niña (7 años), de mi cuñada salir con urticaria porque iba a tener una prueba. Yo tampoco lo entendía por haber pasado de 3er hasta 9º año en educación individualizada.
Mi marido, producto del colegio Alemán, siempre me decía, —ese colegio que tú escogiste!—. Se sorprendió y no entendía porqué nuestras hijas aprendieron a escribir con letra bonita e individual sin pasar horas copiando ejercicios en cuadernos, ni porque decían que amaban matemáticas y lectura. Comentaban sobre cosas muy del momento y podían tener conversaciones sobre ciencias e historia. No olvidaban lo que aprendían de los años anteriores porque no aprendieron para pasar un examen sino por gusto y curiosidad.
Beverley entró en el primer año de secundaria que Peterson ofreció y al terminar ese año escolar nos avisaron que ya no iban a volver a tener secundaria. Fue un golpe duro para mis hijas, estuvieron sumamente tristes.
El Colegio Americano las aceptó pero con el condición de que tomaran un curso de verano para ponerlos al corriente en los temas académicos. Eso hicimos, las inscribí y empezaron el curso de verano. Las tres maestras que tuvieron me dijeron al segunda semana, que mis hijas estaban sumamente bien preparadas y no tenían que haber tomado cursos académicos. Beverley pasó esas seis semanas de verano en el kínder con los niñitos porque decía que la maestra no sabía como manejar un grupo.
Al empezar el año escolar, siguieron tristes y yo las escuchaba comentando sobre sus clases. Chistoso, pero los niños de hoy que cambian de Christa McAuliffe me vienen a contar lo mismo:
- Miss Beverley, las maestras gritan mucho y dicen cosas feas a los alumnos.
- Miss B. Los niños burlan de los otros niños.
- Los pobres niños que no aprenden rápido son abandonados en el recreo y se quedan solos.
- Los pocos niños que sacan las mejores calificaciones son los favoritos de las maestras. Si son niñas, no tanto.
- No puede uno hablar con las maestras de algún problema, no tienen tiempo para escuchar. Mis maestras antes me conocían y me ayudaban.
- Si uno habla en clase o pregunta algo que no tiene que ver con el tema del día, es castigado.
- Hay castigos para todo.
- Dicen que nos van a enseñar valores pero nada más valoran las calificaciones que uno saca y el único con valor parece importar, es sacar las más altas calificaciones; no los que muestran buenos modales.
- No se puede hablar en clase con algún amigo como podíamos antes, es castigado.
- No tienen nada de material en las clases; todos tenemos los mismos libros para cargar, no importa si los entendemos o no.
- Afuera se ve bien el colegio, pero adentro los salones son muy tristes. Ponen adornos de vez en cuando.
- Tienen bonitas canchas pero los profesores de deportes son los más duros. Solamente quieren ganar y regañan a los que no pueden.
- Los maestros son nuestros enemigos, no nuestros apoyos.
- Los niños dicen que –me dieron un 6— pero nadie parece entender que ellos son las que no supieron el 40% del examen.
- Cuando califican las pruebas, nunca te explican qué fue lo que no entendiste. Luego viene la siguiente prueba y uno menos lo entiende.
- Las maestras no nos conocen como personas, solamente como grupos.
- Siempre tenemos que esperar a que la maestra nos diga qué hacer. No podemos entrar y empezar solos.
- No podemos checar nuestro propio trabajo, siempre es la maestra.
- La maestra siempre está revisando trabajo, nos da tarea para que nuestros padres nos enseñen cómo hacerlo.
Si ya entendemos algo, tenemos que esperar hasta que todos lo sepan. Etcétera.
Todo esto me hace pensar que mi decisión de tener mis hijas en Montessori fue lo mejor que podía haber hecho. Los resultados que ellas tuvieron, fueron lo que hace orgullosa a cualquier madre.
Mi hija Beverley, me dijo una vez que probablemente no hubiera aguantaba un colegio ‘tradicional’ Ella ahora tiene su Doctorado en Educación Especial y es maestra en la Universidad de Texas, El Paso.
Elizabeth (Beth), que una vez llegó del colegio diciendo que odiaba a su maestra porque la puso “0” en su prueba porque el capitán del equipo de futbol, que sentaba atrás, había copiado su prueba, tiene ahora su Maestría en Psicología y es miembro del Equipo de Crisis del Universidad de California en Los Ángeles.
Karin, que estudió fotografía y escultura, llegó a ser uno de los cinco directoras de una empresa de mil trabajadores. Falleció a los 37 años.
Por la guía:
Miss Beverley Blount.
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Por: Miss Beverley Blount
Participan: Kínder, Primaria y Secundaria
Ilustración por: SebastianMillon.com
Fecha de Publicación: 2017.03.21, 17:10 hrs.